Cierras los ojos, fuerte, como si no hubiera mañana, como si al
cerrarlos tan fuerte fuera a retroceder el tiempo. Retroceder hasta
llegar a esos momentos e instantes que tanto añoras, que recuerdas cada
minuto de tu vida como si no tuvieras otra cosa mejor que hacer. Y si
que la tienes, no, no consiste en lamentar, en mirar una y otra vez esos
mensajes, ni en recordar su cara para que no se te pueda olvidar jamás.
Consiste en ser feliz, en mirarse al espejo y en vez de susurrar esas
palabras "tienes que ser fuerte, tú puedes" decírtelas bien altas; sin
miedo a lo que te depare el destino, en salir a la calle y disfrutar de
cada pequeño sonido del viento, en mirar el brillo del sol hasta
quedarte ciego. Porque sea por la razón por la que sea que añores esos
momentos, acabados están. No te arrepientas de haberlos pasado, pero
disfruta el momento, si no, antes o después te arrepentirás de no haber
disfrutado cuando acabó. No vivas un pasado que no tuvo futuro, vive el
presente como si no hubiera mañana.
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